Precalentamos el horno a 180º y engrasamos con aceite una bandeja de magdalenas o moldes desechables individuales. Reservamos. Disponemos la pasta filo en una superficie limpia junto a un cuenco con aceite y un pincel de cocina. Con cuidado, extendemos una lámina, dejando bien tapadas las demás. Pincelamos toda la superficie con aceite de oliva. Colocamos con suavidad otra lámina encima, y pincelamos con aceite. Continuamos el proceso hasta tener cuatro láminas superpuestas.

Recortamos cuadrados lo suficientemente grandes como para cubrir los moldes. Colocamos dos cuadrados de masa por molde, de tal modo que se intercalen las puntas. Cubrimos el fondo con un poco e salsa de tomate. Repartimos en cada unidad unos tomates cherry troceados, tres o cuatro bolitas de mozzarella y añadimos un poco de pimienta negra. Cubrimos con queso rallado especial para fundir.

Colocamos todos los moldes sobre una bandeja y horneamos durante unos 15-20 minutos, hasta que la masa esté bien dorada y el queso fundido. Esperamos a que se enfríen  un poco antes de desmoldar y decoramos con unas hojas de albahaca fresca. Repetimos el proceso con nuevas láminas de pasta filo.